viernes, diciembre 11, 2015

El legado de un año de magia


No habrá olvido para este recorrido reciente de Huracán. Desde el fondo de sus infiernos, desde mil tropiezos, desde la maldita costumbre de la derrota asumida, este plantel se transformó en un hito en el recorrido de 107 años de historia. En términos de éxito, sólo comparable a los gloriosos años veinte, en los que el Globo de Newbery resultó el más campeón del Río de la Plata, junto a Boca. En términos de su irrupción, único, mágico, para abrazar por todos los siglos que vengan. Es lógico lo que sucede: la derrota por penales ante Independiente Santa Fe, en la final de la Copa Sudamericana, duele hasta el alma, hasta esas lágrimas del pibe Cristian Espinoza, quemero de ley también en la caída. 

Pero hubo un camino antes. Inmenso: el regreso a Primera, dos títulos en cinco meses, el clásico que dejó a San Lorenzo sin título local, la condición de verdugo de River, la primera final continental, el orgullo de ofrecer todo hasta el último de los suspiros. Se logró a pesar de todo y de todos. Se aprendió de los errores, se permitió soñar lo que nunca se soñaba, se convocó a socios y a hinchas como pocas veces en los tiempos cercanos. Sirve el detalle: el Palacio Ducó, inaugurado en 1947, vivió su temporada de mayor nivel de adrenalina. Y con ese aporte de todos, en silencio, Huracán logró otro triunfo gigante: levantó el concurso preventivo.

Ahora queda un desafío superador para afrontar: que estos 378 días no resulten apenas un espasmo glorioso y hermoso. Que sean un principio. Este plantel, que no debe desarmarse, consiguió algo enorme que no aparece en las vitrinas: puso el nivel de exigencia muy alto. Para lo que vendrá. Para que esta gloria sin vuelta sea un perfecto legado.

Texto publicado por el fundador del Blog en Clarín.