martes, febrero 09, 2016

Crónica de un milagro tardío


En el último de los suspiros, cuando ya no tenía casi nada para ofrecer, cuando parecía que se quedaba afuera de la Libertadores en esta primera fase, Huracán encontró un centro, un gol de Diego Mendoza y la clasificación. Sufrió. Mucho. Demasiado. Pero a pesar del 1-2 (segunda derrota internacional en 20 partidos, otra vez en Venezuela) ante Caracas se quedó con la vacante en el Grupo 4, en el que debutará el 23/2 ante Atlético Nacional, de local. Y en el que luego enfrentará a Peñarol y a Sporting Cristal.

Tuvo un condicionante que no le resultó ajeno a nadie: el estado del campo de juego. El estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela -donde se realizan actividades diversas y cinco equipos juegan como local- ofreció pozos enormes y césped desparejo. La pelota era difícil de manejar y cada pique resultaba una incógnita sin resolver. Eso hizo que el juego asociado se dificultara. Ante eso, el principal recurso ofensivo fue la búsqueda aérea o la pelota parada. De los dos lados. De ese Huracán pensado para recortar espacios a su rival. Y de ese Caracas necesitado de convertir al menos un gol para tratar de asomarse a la fase de grupos.

Fue un partido completamente distinto al de la semana pasada, en el partido inaugural de esta Libertadores, en el Palacio Ducó. En aquella cita, Huracán había hecho todo el gasto desde el principio y hasta ese 1-0 final que pareció exiguo respecto de los méritos acumulados. Acá, en la capital venezolana, se invirtieron los roles. Empujado por la necesidad, Caracas tuvo que salir a buscar. Cambió el libreto: procuró apropiarse de la pelota y de jugar en territorio ajeno. Lo logró sólo de a ratos. Porque Huracán consiguió dividir la pelota y hacer lento el juego.

Pero hubo un instante clave en el contexto de ese primer tiempo arduo, flojo. En el único minuto de descuento del primer tiempo, a la salida de un córner, un cabezazo de Quijada se convirtió en el gol de la igualdad para la serie. También en un desafío para Huracán: demostrar que estaba vivo a pesar de ese golpe inesperado.

Se hizo parejo el segundo tiempo. Porque Huracán tuvo que salir y dejó espacios; porque el Caracas trató de hacer pesar su condición de local. Estuvo más cerca el equipo local. En la más clara, Marcos Díaz evitó el segundo en un mano a mano con Over García.

Estuvo mejor parado el Caracas. Lastimó más, complicó más. Y tuvo una ventaja concedida por Huracán: por acumulación de faltas, Mariano González dejó a su equipo con uno menos. Diez contra once para los últimos 15 minutos. Cuesta arriba para los de Parque de los Patricios. Y Caracas aprovechó esa circunstancia: a siete minutos para el final, con un estupendo remate de Arango, consiguió el segundo.

Entonces, Huracán -golpeado, roto- fue tras los pasos de su gol. Chocó siempre. Excepto en una, en la última. Centro de Miralles, cabezazo de Mendoza. Y milagro. Y clasificación, claro...

Texto publicado por el fundador del Blog en Clarín.